NO, FRANCIA MÁRQUEZ NO ES UNA RESENTIDA
- Gabi Castellanos
- 5 jul 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 jul 2022
Acabo de releer la columna de Ana Bejarano, “El lápiz de Francia”, del 26 de junio, publicada en Cambio una semana después del triunfo electoral de Petro y de Francia Márquez. Releí la columna porque lo amerita; es uno de esos textos poco frecuentes, escritos con apasionada lucidez, a la vez que presenta una también poco frecuente conjunción de argumentación bien razonada y rechazo profundo a las injusticias raciales y de género. Una auténtica gema periodística.
Sin embargo, escribo estas líneas para oponerme a su afirmación de que Francia Márquez es no solo radical sino también resentida. Evidentemente Ana Bejarano emplea el término en su acepción castellana clásica. Resentida: se dice de una mujer que tiene pesar o enojo por algo, que se siente maltratada por la sociedad o por la vida. Y nadie negará que una mujer que, como Francia Márquez, ha sufrido con creces el racismo estructural, el sexismo y la pobreza, tiene todo el derecho de sentirse que ha padecido maltratos.
Pero la filosofía le ha dado otro sentido a la palabra “resentimiento”. En La genealogía de la moral, Nietzsche lo define como un reasignar a otros el malestar que produce el propio fracaso, es decir, una estrategia de los débiles y los inseguros para ocultar y justificar su propia debilidad, culpabilizando a los demás. Por otro lado, hay que reconocer que muchas veces, aun en el uso cotidiano de la palabra “resentido” o “resentida”, hay un cierto matiz de desprecio por aquellas personas a quienes así se les tilda.

Nada más lejos de las posturas de Francia Márquez que ese resentimiento. Ni es débil ni tiene la cobardía de ocultarse tras culpabilizaciones a otros. Lo que hace a Francia una de las figuras más grandes que ha dado la Colombia contemporánea, es que reconoce a fondo las injusticias que han padecido ella y su pueblo, y está decidida a luchar con inteligencia, madurez y tesón contra ellas.
Aunque es muy triste decirlo, hay muchas personas discriminadas que no comparten esta postura de Francia Márquez. La mayoría de las mujeres y de los pueblos que padecen injusticias por razones de género, raza o etnia, o meten la cabeza en la arena como avestruz, para no ver ni reconocer su propia opresión, o simplemente se resignan a padecer las inequidades que sufren. Por otro lado, hay otros y otras que reconocen la marginación que sufren pero que se llenan de amargura o de odio. No así Francia Márquez, que ha hecho del amor una bandera política.
Y es que ser consciente de las injusticias es algo muy distinto de ser resentida. Es más, si algo puede proteger del estéril, venenoso resentimiento, es la decisión de combatir esas injusticias, resolverse a trabajar para eliminarlas.
No, Francia Márquez no es una resentida. Es una luchadora firme, perseverante, enérgica, de gran lucidez. Me recuerda a Harriet Tubman, la abolicionista estadounidense que nació esclavizada, se escapó, y lideró las fugas de decenas de otros esclavos. Y seguramente ha habido entre nosotros, aquí en Colombia, muchas Harriets, a quienes los historiadores y sobre todo las historiadoras, están empezando a reconocer.
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