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DEL PASADO AUN VIGENTE
Había una vez un tiempo simple
En que se podía atrapar un gorrión con las dos manos
Y la muerte era algo que les sucedía
Sólo a los pobres viejos sin mamá.
Cada gota de lluvia era un asombro.
Para jugar, bastaban un palito, una araña y una piedra.
La perra, incansable,
Paría cachorritos
Que eran un milagro de peluche caliente
Y ojos de vidrio húmedo.
Las horas se medían con el andar de una gallina de metal.
Las tardes y la siesta contaban en silencio
Su magia de motas doradas suspendidas en el haz de sol de una rendija.
Había libros prohibidos y un millar de secretos
Y gentes que poblaban de humo y frases graves los muebles de la sala.
No ha habido después pesar tan hondo
Como aquél del castigo injusto y el vagar culpable
Ni desolación mayor que la burla de una amiga
Del mapa coloreado para ganar su amor.
Tampoco ha habido luego
Placer más claro ni mayor transporte
Que raspar, sin rival, la olla del dulce
O bañarse desnuda en los chorros de lluvia,
En rueda y con los primos y chillando.
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